Este ensayo no es más que la demostración empírica, argumentada, contextualizada y comentada, de una aseveración de don Manuel Gómez-Moreno en su obra La escritura ibérica y su lenguaje, 1948,: “Tardíamente, gracias a las inscripciones, conocemos algo de su lengua que, no parece ser todavía ininteligible, parece de tronco indoeuropeo y más afín al griego que al latín”.
En este trabajo, no sólo se comprueba el origen indoeuropeo de la lengua ibérica, sino también de las llamadas tartesia y celtíbera, demostrando que las tres pertenecen a la familia indoeuropea y son próximas a las lenguas del grupo griego: micénico, arcaico, épico, jonio, dórico, eólico, beocio, lacedemonio y ático.
Aun más, se evidencia de que no se trata de tres lenguas: tartesio, íbero y celtíbero sino de una sola, tal como acertadamente intuyeron von Humboldt, Hübner y Schuchardt, con las lógicas evoluciones temporales y sus modismos dialectales; de manera que preferimos hablar de lengua ibérica o, mejor, simplemente íbero.