Neurología y poesía,
razón y emoción,
ciencia y conciencia…
Tres binomios en rima consonante;
con frecuencia se dice que son antitéticos.
Los veo, más bien, entre sí, estratégicos,
al hilo de la rima que hubo antes.
Es cierto que ambos son independientes y, con frecuencia, muchos sustituirían la conjunción ‘y’ por el latinismo ‘versus’. Dice un viejo proverbio que “el corazón tiene razones que la razón ignora”.
Sin embargo: La neurociencia enseña que sólo cuando un hecho emociona, queda bien grabado en la memoria remota.
La emoción estimula y sostiene la atención, y mejora el aprendizaje. A menudo se oye que las creencias en el más allá, otra vida, un ente omnipotente… no se sostienen por la ciencia.
Craso error. La más avanzada astrofísica permite admitir todo lo anterior, una suerte de paraíso, la eternidad y más conceptos. Y no hablemos ya de videncias y vivencias parapsicológicas.
En defnitiva, el neurólogo y el poeta apasionado no son sino el haz y el envés de la misma hoja.