La educación aparece como una gran preocupación desde los inicios de la obra de San Vicente de Paúl, pero será en 1633 con la creación de la Compañía de las Hijas de la Caridad, con Santa Luisa de Marillac a la cabeza, cuando la educación pase a considerarse como un servicio urgente y preferente a los pobres y necesitados, y en concreto a las niñas pobres. El afán de dar a estas niñas una educación de la mejor calidad llevó a Santa Luisa de Marillac a crear una de las primeras escuelas de maestras de Europa, así como a dotarse de una serie de Reglas, Instrucciones y Reglamentos que sentaron las bases de lo que sería la escuela vicenciana entonces y de lo que es hoy. En esos documentos se recogen unos métodos de trabajo propios, una organización escolar y unos principios pedagógicos, acordes a su tiempo, que sirvieron de manual para la formación de las primeras maestras de las escuelas vicencianas. Actualmente existe en España una amplia red de colegios vicencianos, regentados por las Hijas de la Caridad, cuyo Proyecto Educativo sigue bebiendo de las fuentes de sus creadores, adaptándose a los requerimientos de las necesidades de la sociedad actual, pero sin olvidar los principios inspiradores que lo sustentan.