La noche del 27 de marzo de 2007, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero se sometía por primera vez en España a un experimento televisivo importado de la TF1 francesa. Cien ciudadanos, presentes en un plató, le trasladaban sus dudas. Justo cuando Zapatero hablaba de cifras macroeconómicas, Jesús Cerdán, un agente inmobiliario de Pamplona, de 51 años, le preguntó: “¿cuánto vale un café en la calle?¿sabe usted contestarme?”. “Sí, 80 céntimos”, le espetó con seguridad el presidente. Zapatero desconocía la realidad y un año más tarde, negaría también que la caída de Lehman Brothers pudiera tener consecuencias en España. El día a día le desbordó. A él y a Rajoy cuando accedió a Moncloa. Los siete años de crisis han precarizado a parte de la sociedad. El tsunami ha dejado 6 millones de parados, 9 millones de pensionistas tocados, 7 millones de personas que sufren pobreza energética, 120 desahucios al día y miles de jóvenes obligados a irse al extranjero para trabajar. Y lo más revelador: la capacidad de la ciudadanía para movilizarse. Las elecciones europeas del 25-M obligaron a reaccionar a PP y PSOE. De la noche a la mañana hablaban de regeneración para frenar la irrupción de Podemos en un mapa político con 10.000 aforados y 1.661 casos abiertos por corrupción. Todo se contagiaba. La tensión política nos devolvía también a las trincheras mediáticas pero los soportes tradicionales ya no tenían influencia para el ciudadano. Había desconectado hacía tiempo. Había tomado el control de lo que él quería que pasara. Y lo hacía desde su móvil. Se fabricaba su propia realidad. En un año plagado de citas electorales, a lo largo de sus páginas, Y de repente, no había plan B analiza por qué partidos como PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos han llegado a la situación actual, qué estrategias les han resultado fallidas en el nacimiento del cuatripartidismo y qué factores han entrado en juego para que el desapego político haya hecho que los medios de comunicación tradicionales pierdan autoridad, lectores, oyentes y telespectadores.