Hace un tiempo, Rei era un joven vitalista, entusiasta y prometedor abogado con un brillante futuro, hasta que un extraño y fortuito suceso cambió la vida de todos. El mundo se detuvo y la humanidad quedó recluida en sus propias casas. De aquello ya habían pasado dos largos, aburridos e interminables años. El cautiverio hizo estragos en él, convirtiéndolo en una persona triste y autodestructiva.
Una silenciosa y oscura noche de primavera fue la causante de poner patas arriba su deplorable y soporífera vida. Se incorporó muy nervioso y con la cara empapada en sudor. Ciertamente, no sabía qué pensar ¿Había pasado de verdad o por fin se había vuelto completamente loco?
Por muy absurdo que le pareciese la idea, era incapaz de pasarla por alto; quizás podía volver a verla, y puede que hasta consiguiese recuperar su libertad. Lo más probable es que no fuesen más que imaginaciones suyas, pero, francamente, no tenía nada mejor que hacer. Supongo que esa fue la razón por la que, aun sabiendo que era infantil, incluso demencial, decidió averiguar la verdad y llegar hasta el fondo del asunto.