1971. De Poniente a Poniente
«1971 fue el año en el que Joan Manuel Serrat en su exilio mexicano compuso Mediterráneo, la mejor canción española de todos los tiempos. Mediterráneo no solo era un espacio físico de Algeciras a Estambul, también era la ilusión de tener una propiedad cerca del mar para aquella generación de españoles que se mataron a trabajar después de una durísima posguerra, muchos de los cuales todavía no lo conocían».
Este párrafo nos introduce en las vacaciones de verano de 1971 de las tres familias vallisoletanas protagonistas del libro. Cada uno de los progenitores tiene un pasado, una forma diferente de ver la vida y de educar a sus hijos, y estos a su vez son completamente distintos, lo que compone un mosaico de personalidades. La adquisición conjunta de tres apartamentos en la misma urbanización de la playa de Poniente de Benidorm origina toda una serie de aventuras cruzadas, a las que se van sumando otros personajes que se van incorporando a sus vidas. Después de describir a los protagonistas, la historia empieza siete días antes de viajar a la playa, para acabar con su destino final.
De Poniente a Poniente trata de ser un fresco de aquella España, una mirada limpia y nostálgica hacía aquellos maravillosos años en los que todo estaba por descubrir para los jóvenes españoles que hoy se encuentran entre las cinco y seis décadas de existencia. El libro describe un tiempo de tránsito, el cambio de una España rural y atrasada al mundo moderno de las vacaciones pagadas. También es un homenaje a nuestros padres, niños de la posguerra que dieron todo por sus hijos cuando fueron adultos. Y a los abuelos que, tras luchar en una cruenta guerra civil entre hermanos, fueron capaces de encontrar la reconciliación con la llegada de la democracia. A pesar de las estrecheces que les tocó vivir, ninguna de estas generaciones sabía lo que era quejarse …, igualito que lo de ahora.
Sirva su ejemplo en estos tiempos infames de tráfico de huesos y de considerar a unos buenos y a otros malos, cuando todos fueron igual de buenos e igual de malos.
Su única aspiración era la de tener la fiesta en paz mirando al mar desde su nueva casita cerca de la playa.