La humildad es un tesoro, me lo enseñaron desde pequeñita. –Intenta subir alto pero jamás olvides de dónde vienes. Confía en ti y sonríe cada vez que hagas algo bien, porque aunque a veces necesites la aprobación de los demás, si escuchas tu corazón sabrás que lo sabes hacer muy bien.
Construye algo que sirva de admiración a los demás, que hagas que te recuerden, y dales siempre las gracias a los que así lo aprecian. A mis amigos que me valoran y me armen el puzle de mi cabeza siempre con piezas positivas. A una gran psicóloga, a la que tras llegar rota, me enseñó el valor de cada uno de mis trozos y a como recomponerlos.
A toda mi familia y en especial a mis hijos que son mi mejor hazaña. A mi padre que, por lo orgulloso que estaría de mí siempre. Que desde mi tierra a su cielo dejó siempre un camino plagado de estrellas del que sigo aprendiendo.