¿Qué hay de real en este libro? ¿Cuál fue su inspiración?
Hay mucho más de imaginario que de real en cuanto a los hechos concretos, porque tanto los personajes como los entes corporativos, así como la propia historia, son inventados. Ahora bien, sí que existe una base de realidad en lo referido al contexto, por los cambios que se están produciendo en estas últimas décadas en cuanto a nuevos modelos agrícolas y alimentarios. De hecho, el punto principal de inspiración para trazar el argumento de la novela me vino de ahí, tras haber visto un documental sobre las grandes explotaciones de cultivos que se están desarrollando en Sudamérica. Y a pesar de que esos hechos concretos de la novela, como decía, sean inventados, no sería descabellado que pudiesen darse en la realidad; aunque otra cosa bien distinta es que llegásemos a tener noticia de ellos.
Un tema muy interesante, y que cobra gran protagonismo en la novela, es la independencia, cada vez más cuestionada, de los medios de comunicación. ¿Qué opina sobre esto?
La revista a la que llega el reportaje de Las lágrimas de Juliana, es una publicación independiente que con el paso de los años ha ido creciendo hasta convertirse en una referencia en su sector y gozar de un peso y un prestigio. No pertenece a ningún grupo inversor, no está participada directamente por otras empresas, no cotiza en bolsa, ni nada parecido, pero lo que rodea a este reportaje va a dar en hueso con sus principios por un motivo que los lectores descubrirán… En general, este es un tema que da para debate y creo que será interesante que quienes lean el libro reflexionen sobre él.
¿Considera que está todo perdido frente al poder creciente de las supercorporaciones globales o piensa que aún podemos hacer algo?
Creo que vivimos en un mundo en el que los poderosos son cada día más poderosos y tienen todo a su favor para que la dinámica continúe en esa línea. Hay demasiadas cosas que a los ciudadanos de a pie se nos escapan, pero que el pez grande se come al pez pequeño en la inmensa mayoría de las ocasiones no debería ser ningún secreto a estas alturas. Precisamente, el diminuto tamaño que tiene un individuo en relación a este tipo de megacorporaciones y el vértigo que esto puede producir, es uno de los efectos que he querido crear con el libro.
¿Cómo recomendaría Las lágrimas de Juliana sus potenciales lectores?
Es una novela con la que podrán sumergirse en diferentes historias paralelas que se entrecruzan y que se desarrollan en diversos lugares del planeta. De algún modo, podrán viajar sin moverse de sus casas y, al mismo tiempo, verán cómo se les platean temas como la escasez de recursos en el mundo, el oscurantismo de las grandes corporaciones, la ética periodística y las ambigüedades de la línea que supuestamente separa el bien del mal. Considero que son ingredientes con los que podrán disfrutar y, todo ello, sin necesidad de verse abrumados por una cantidad ingente de páginas en forma de ladrillo. Todo lo contrario: mi intención era trazar una prosa ágil, sin rellenos artificiales, y, humildemente, creo que ahí está el resultado.
¿En qué género clasificaría Las lágrimas de Juliana?
Muchos lectores dicen que se encuentra entre la novela negra y el thriller. Me parece una definición válida porque están presentes elementos como el crimen profesional, un cierto halo de oscuridad e incluso decadencia, suspense y tensión en la trama y también unos personajes que, en muchos casos, tienen más de antihéroes que de héroes. De todas formas, considero que tienen cabida otros elementos. Por ejemplo, con respecto a Katerina, que podríamos decir que es el personaje que goza de más peso en la novela, el lector podrá encontrar un retrato psicológico y varias analepsis para conocer su pasado y comprender por qué ha llegado a convertirse en quien es.
¿Se atrevería con otro género literario?
Dentro de la narrativa, sí, por supuesto. No me gusta encasillarme. Tengo claro que el siguiente libro que publique tendrá poco o nada que ver con este. Hay muchos temas y perfiles de personajes que me apetece abordar y son realmente diversos. Respeto profundamente a los escritores que siguen una línea recta y apuestan una y otra vez por el mismo género, e incluso por los mismos personajes en una saga; pero a mí, como autor, eso no es lo que me llena.
¿Algún proyecto en ciernes?
Por las circunstancias que todos conocemos, 2020 ha sido el año de mi vida en el que más horas he pasado en casa, como habrá ocurrido con la gran mayoría de las personas que lean esta entrevista… Eso ha supuesto mucho tiempo para poder escribir nuevos textos y también para rescatar y perfeccionar otros más antiguos, pero no por aburrimiento, sino por pasión literaria a la que poder dar rienda suelta como nunca. Espero que esto se traduzca en nuevas publicaciones a corto y medio plazo. De todas maneras, ahora mismo es el momento de disfrutar y dar a conocer Las lágrimas de Juliana. Pero sí, otros libros vendrán.
Como autor, ¿cuáles son tus principales influencias literarias, filosóficas y artísticas?
Es curioso, pero creo que las novelas que más me han cautivado como lector a lo largo de mi vida y que me han arrastrado a meterme en este mundo no se reflejan en mi obra. Las lágrimas de Juliana es una historia de este siglo pero, en cambio, suelo leer libros escritos a principios y mediados del XX o incluso en épocas anteriores. Fundamentalmente, siempre he consumido literatura española y sudamericana, además de muchos libros en gallego, ya que aunque desde hace un tiempo resido en Canarias, me crie en Galicia y soy bilingüe. En cambio, no soy muy amigo de las traducciones. Quizás alguien que no me conozca y lea Las lágrimas… podría llegar a pensar que soy un fanático de la novela anglosajona, pero no es así. Una de las pocas obras traducidas que me cautivó en su momento, en concreto en la adolescencia, fue Mecanoscrito del segundo origen, de Manuel de Pedrolo, en este caso traducida del catalán.
En cuanto a la filosofía, la antropología, el arte y la historia, existe una cantidad tan abrumadora de textos de interés, que tendría que vivir varias vidas para poder absorber todo ese conocimiento; pero, a grandes rasgos, me interesa lo relacionado con la conducta humana para intentar comprender nuestras ambiciones y motivaciones, así como también nuestros errores y por qué solemos tropezar dos veces en la misma piedra.
¿Ha recibido ya algún feedback de los primeros lectores?
Así es, y he de decir que estoy encantado con los comentarios que me están haciendo llegar. Sus opiniones están siendo muy positivas y, especialmente, lo que más me alegra es que varios lectores me han transmitido que se engancharon mucho a la trama y que, además, después de terminar el libro se han pasado varios días dando vueltas a la historia, a la conducta de los personajes, a los motivos de por qué tal personaje hizo esto y no lo otro… Saber que Las lágrimas de Juliana, lejos de ser un mero entretenimiento inmediato, ha calado en la gente de esa manera me resulta muy gratificante. Seguro que todos conocemos la sensación de terminar un libro, cerrarlo y decir adiós muy buenas para olvidarlo al poco tiempo; afortunadamente, parece que con Las lágrimas de Juliana ocurre todo lo contrario, a tenor de lo que me comentan, por lo que estoy muy contento en ese sentido.
¿Quién es? (En sus propias palabras)
Iago Méndez nació en Vigo en 1980, aunque en la actualidad reside en Las Palmas de Gran Canaria. Comenzó su carrera profesional como periodista en Televigo y posteriormente ha participado como colaborador en diferentes publicaciones escritas, tanto del ámbito deportivo como del cultural.
Su primera novela, El sol y el asfalto (2006) fue la ganadora del IV Certamen Nacional de Novela Corta para Jóvenes Escritores Valentín García Yebra. Tras varios años alejado de la actividad literaria, Las lágrimas de Juliana supone su regreso a la misma.