Escribo esta reseña a principios de septiembre, en pleno arranque de lo que cada vez parece más una segunda oleada de esta dichosa pandemia, por mucho que en los medios y en los bares se siga hablando de rebrotes. Devoré este libro en una tarde de domingo de hace un par de meses, junto después de hablar por videollamada con mi madre, que vive en una residencia de ancianos —¿qué les voy a contar a estas alturas sobre el problema de las residencias?—. Y lo devoré con un placer extraordinario como amante de las letras, a las que he dedicado mi vida, pero con el corazón encogido, tanto por mi propia situación personal —con el constante miedo a que a esta residencia llegue el maldito «bicho», como por la manera tan extraordinaria en que esta autora, Rosa María Sánchez Pérez ha sabido diagnosticar este extraño zeitgeist que estamos viviendo —perdón por el palabro cultureta, pero no hay un término mejor ni más concreto que este vocablo alemán para describir lo que en castellano podríamos definir como «el estado de las cosas»
El libro en cuestión se titula Diario de una cuarentena, año 2020, y como es lógico, se trata de un diario íntimo, personal y brillante que abarca el marco cronológico que va desde el 23 de marzo —9 días después de la declaración del estado de alarma y el subsiguiente confinamiento— hasta el 19 de mayo, cuando ya todos comenzamos a ver que aquello iba a terminar en breve. Y sí, es un diario, pero también es un poemario, y lo que es más importante, es un libro de filosofía, pero de filosofía de verdad, de la de la calle. Esto me recuerda a algo que una vez contó el filósofo, literato y matemático inglés Bertrand Russell, que como todos los grandes filósofos —no alemanes— gozaba de una extraordinario sentido del humor. En cierta ocasión le preguntaron cuál era su pensador favorito. Y Russell, ni corto ni perezoso, respondió: «El camarero que cada mañana me sirve el café. Sí, quizás no sepa qué es la ontología, pero sabe más de la vida, que es en lo que consiste en última instancia la filosofía, que todos los filósofos juntos».
Evidentemente, Russell exageraba —o quizás no—, pero lo que pretendía argumentar es algo que viene de antiguo, probablemente desde tiempos de Sócrates, convencido como estaba de que las reflexiones y los pensamientos más profundos pueden salir de la mente de cualquiera si se le hacen las preguntas adecuadas.
Filosofía de verdad, les venía diciendo. Eso es este libro que ha escrito, día tras día, a modo de ejercicio autoimpuesto, Rosa María Sánchez Pérez, una pequeña gran obra llena de cotidianas reflexiones sobre un momento determinado de la historia de la humanidad, y de esta España nuestra, que marcará, sin duda, un antes y un después.
Por supuesto, no es mi intención desvelar en exceso el contenido de esta obra, aunque, por razones obvias, y con el permiso de la autora, me voy a permitir el descaro de citar algunas de las más acertadas reflexiones e ideas que he encontrado en este Diario de una cuarentena, año 2020.
Por ejemplo, en varias ocasiones, la autora propone, con absoluto atino, que es necesario aprovechar esta situación global para, cual Ave Fénix, hacer que la humanidad renazca de las cenizas del incendio que nosotros mismos hemos provocado, tanto en lo social, como, especialmente, en lo medioambiental. Claro, no será fácil. Ella lo tiene claro: «Son todas las luchas: 8 de marzo, LGTBI, refugiados, etc. Son todas las luchas, claro, pero ahora nos encontramos en la lucha más difícil para el ser humano: volver a aprender a vivir o bien crear una nueva forma de vivir con todos esos valores positivos que todos ya sabemos».
En varias ocasiones incide en que toda esta experiencia nos ha ayudado —o debería haberlo hecho— a tomar conciencia de lo frágiles que somos. Y cuando se refiere a nosotros, en primera persona del plural, se refiere a los que, entre comillas, vivimos «bien». Imaginen cómo deben haber vivido todo esto los condenados de esta sociedad injusta y fratricida. Imaginen, yendo más allá, cómo deben estar viviendo esto los miles de millones de personas que viven en condiciones de miseria y que, al contrario que nosotros, no van a poder pasar el confinamiento comiendo gusanitos y viendo series de Netflix.
Y por supuesto, hace una brillante lectura del desolador panorama político de España y del sempiterno guerracivilismo que una vez más ha regresado y ha dividido por completa a una sociedad que, más nunca, debería estar unida. Las derechas, como siempre, a lo suyo, ni comen ni dejan comer. Y las izquierdas, desafortunadamente, enfrentándose a un problema que nadie sabe solucionar y soportando que incluso les acusen de haberlo provocado. Rosa María propone, quizás utópicamente, pero con más razón que un santo, que debemos aprovechar esta coyuntura, como anteriormente comentaba, para crear un movimiento global basado en la justicia social y en el respeto, tanto al Otro, con mayúsculas, como al medio ambiente.
Pero hay mucho más en este pequeño libro. Muchísimo más. Les invito a que se adentren en esas páginas. Podrán comprobar como en más de una ocasión se verán reflejados en ellas, y no como un espejo que deforma la realidad, a lo Valle-Inclán.
Por supuesto, hay algunas frases dignas de enmarcar, pequeños bocados de filosofía pura que en pocas palabras dicen muchísimas cosas. Les pongo algunas.
«En solo un siglo, un siglo este veloz, hemos pasado de bailar a usar mascarillas, tener miedo y no poder salir de casa».
«En este mundo cogemos todos, aprendamos la lección».
«Pero ¿qué es el COVID-19? Un tumor social. Es rara la comparación, pero el proceso de la reconstrucción del mundo sería el mismo».
«A ver, por qué critican tanto sin saber. ¡Ni que se hubieran hecho ya mil planes de desescalada!».
«Todos tienen turno, todos tienen respuesta, todos van bien vestidos. Asistimos al espectáculo de la política y debemos creer un poco más en ellos, los políticos».
En resumidas cuentas, este Diario de una cuarenta, año 2020, es una obra tan estupenda como complicada, ya que cuenta con tantas lecturas que el lector preparado y concienciado podrá expandir su mente y dejarla volar a través de sus páginas. Absolutamente recomendable.
Ha sido un placer…
PD. Y ya para terminar, una pregunta: ¿han vuelto los vencejos?