El drama La Rebelión del Edén se compuso entre los años 2000 y junio de 2001; además, se constituye por medio de una visión moderna e interpretativa que hace el autor sobre el relato del Génesis, con un desarrollo y movimiento sustancialmente diferenciado. No hay creación divina ni tentación; solo rebelión del hombre Aedt sobre sus creadores dioses que estima son seres, o duda si hombres con superior tecnología, que, contraviniendo una idea primordial de expansión de la vida por el universo, desestiman la idea del hombre inteligente para ascender mediante conocimiento e información. Manipulan el ADN y se vislumbran dioses creadores que deben ser adorados. Quien debiera ser el promotor de la tentación, de nombre Elaiyel, es un arcángel de bien y justicia, que induce a desobedecer a los dioses y a comunicar que batalla en regiones del universo para derrocar iguales ideas y acciones a las que se suscitan en la tierra. El Edén no es el primero ni único en la tierra, ni el hombre igual tampoco. La mujer no se define como residuo salido del hombre, sino anterior a él, desde otro espacio. En los quince cantos, más el inicial, el drama se estructura en cantos, episodios y escenas, donde se desarrollan los diálogos e intervenciones Fuerzas universales, de dioses con el hombre, mujer con el hombre, Elaiyel con la mujer, Elaiyel con los dioses, hasta el final del relato. La idea principal es que no es por la manipulación del control de la religión como se llega a la realización y comprensión del universo y sociedades, sino por la ciencia que se confirma como el viaducto para el desarrollo y conocimiento de la sociedad evolutiva en el cosmos. De ahí que el hombre no se tenga tentado, sino sabido en rebeldía en favor de quienes lo crean en laboratorio, auspiciada
aquella por filtración en su pensamiento dubitativo, de ideas del arcángel Elaiyel en continua guerra en otros ámbitos celestiales, con sus arcángeles, contra seres que se presentan como dioses creadores y son solo entidades dotadas de creatividad genética. Es por tanto Aedt, junto a la mujer Nefer y su hija Saida, quien, de modo individual y excluyente, establece la salida y destierro del Edén por voluntad singular y no por expulsión de alguna orden potestativa de los dioses. Se va al destierro porque él mismo se expulsa.