Un venerable monje del Lejano Oriente sucumbe al inexplicable hechizo de un fuego fatuo y malogra la codiciada recompensa a toda una vida de ascetismo y meditación.
Han llegado de improviso, y Bastián ignora de dónde y con qué propósito; pero la aniquilación y el espanto que han dejado tras su visita parecen obra de un cataclismo que no fue profetizado por el Libro del Apocalipsis.
Una soñadora se tropieza con la oportunidad única de subir a un tren que recorre una línea imposible.
Perseguía descubrir los restos improbables de una raza primordial y cayó en un abismo oscuro y sin fondo en el que halló la aclaración a todas sus preguntas.
Los tiempos del trabajo y del asueto parecen haber intercambiado sus códigos de acción, una mudanza que destapa un portal mágico hacia espacios desconocidos y maravillosos.
Desde su atalaya cósmica, una criatura de otro mundo vigila el devenir de la existencia humana. Su comisión consiste en interceptar y restablecer conductas de las que pueda desprenderse una amenaza.
Imaginad un demiurgo que ocultara en las entrañas de todas sus creaciones un mecanismo indetectable de autodestrucción (por si acaso).
¿Cuál es el recurso hallado por alguien que, pese a tenerlo todo y en demasía, siente que debe desembarazarse de sus valiosas posesiones a fin de alcanzar la plena felicidad?
Ocho relatos y ocho personajes, pero solo un único asunto como eje en torno al que se aovillan todos los aconteceres: el de esbozar, mediante confusos y esquivos rasgos, esa otra cara de la realidad que permanece opaca a los sentidos.