Corazón de paloma presenta un cuadro de la sociedad gallega en el medio rural a finales de la guerra civil de España. Antón Borrallo denuncia en esta obra las precarias condiciones de vida en Matamara, aldea imaginada, metáfora de la misma historia que se narra. El maltrato que se inflige a los niños, la subyugación a la Iglesia católica, la sempiterna presencia de la Guardia Civil, el maestro que pega a los muchachos con su vara de castaño; les tira de las orejas hasta clavarle sus potentes uñas y hacerles sangrar. La gente muere por falta de cuidados médicos, la ignorancia, la santería, el abandono por la administración del estado que únicamente se ocupa de que nadie se mueva. Los largos y lluviosos inviernos, las enfermedades, la muerte. En medio de toda esa miseria vive Hipólito Barbosa, un chico que pierde a su madre unos días antes de cumplir cuatro años. Las broncas y los castigos en casa de los Barbosa surgen por cualquier motivo. Las criadas se marchan a los pocos días de ser contratadas y nada parece que vaya a mejorar al día siguiente. Hipólito y sus hermanos están convencidos de que el padre les odia por algo que ocurrió en el pasado entre él y sus abuelos maternos.
Entre ellos, enseguida se ven en la necesidad de establecer un plan de supervivencia para protegerse. Un día llega a la aldea un nuevo cura, joven y muy poco convencional, y las cosas comienzan a cambiar sustancialmente. No obstante, huir del techo paterno seguirá siendo para Hipólito y sus hermanos el primer y único objetivo importante a lograr.