Purificación Álvarez es un ser atormentado por sentimientos contrapuestos que no puede canalizar. Víctima de las circunstancias sociales y castrada por el padre “aprendió a vivir sin haber vivido”. Recrea en su mente las experiencias sexuales del hermano. En medio de su soledad y dominada por su odio hacia los demás distorsiona la interpretación de los hechos y descubre el poder de la inteligencia y de las palabras como armas fundamentales para destruir y desarrollar su crueldad sin límites, y en tal sentido, su astucia para acercarse a las personas y lacerarlas; este medio le permite vivir las pasiones mundanas. En ella se reúnen múltiples goces y sufrimientos ajenos. Su radio de acción estaba en todas partes. “Realizaba experimentos que infringían la dignidad humana. A todos los consideraba roedores de su laboratorio”. Presenta un conflicto de doble personalidad, pues era virgen y diabla al mismo tiempo. Felicidad es su espejo, porque refleja el anhelo de la mujer que desea ser; representa la libertad total, el “amor intrascendente, sus normas son sus instintos más básicos”. De carácter extrovertido, jocosa, amiga de las expresiones salpicadas de humor envuelve con su magia y sensualidad a quienes la rodean. “En ella no existe el pasado ni el futuro, solo el presente”. Los personajes reflejan las actitudes de las clases sociales en diferentes momentos de su historia: silencio, evasión, conformismo, indiferencia, comodidad, viveza, rapiña, desorden, violencia, impunidad, sangre, muerte, punto final del resentimiento social, porque “los resentimientos se guardan, se disimulan y se esconden, pero no desaparecen…el rencor corroe el alma, alimenta silenciosamente los odios, ciega y debilita al hombre” y condena a Purificación y al resto de los resentidos sociales a su autodestrucción y al caos del mundo novelesco.