19 de septiembre; 10 de la noche. Es tal y como yo esperaba. Tiene una voz casi tan frágil como el resto de su figura. Habla con lentitud, pero sin titubeos, como si no tuviese prisa en decir lo que piensa. Se ha mostrado huraña y recelosa cuando ha sabido quién soy y qué busco, pero no es extraño. A los pocos minutos, ha olvidado esa desconfianza y ha mostrado una simpatía espontánea que me ha hecho pensar que nos conocíamos de toda la vida. Cuando Arnau recibe noticias de su amigo Noel tras largos meses de silencio, todo lo que encuentra es una carta, un diario y un montón de fotografías. Intrigado por el tono casi perentorio de la misiva y las extrañas notas que tomó durante meses, decide ponerse en contacto con la última persona con la que se relacionó. Da comienzo así un peculiar triángulo en el que siempre hay al menos un vértice ausente, y en el que los otros dos se asientan sobre un más que precario equilibrio, siempre a punto de caer al precipicio de la soledad.