Estos poemas nacen de la paradoja de tener que romper el silencio para poder reconocerlo, y así iniciar su búsqueda consciente. Aunque no pretenden alzarse como valor didáctico, logran hacer las veces de compañero de viaje y batalla para el meditador comprometido. Sus versos orbitan en torno a todo lo que de mística belleza alberga lo cotidiano, a la vez que manifiestan una honda necesidad de verdad y absoluto. Pese a su optimismo latente, estas fracturas del silencio no le rehúyen la mirada a lo doloroso, lo falso o lo sucio; es más, todo ello es acogido como algo igualmente válido, hermoso y muchas veces necesario para crecer. Han sido varios años de trabajo los que el autor ha dedicado a la forja de este libro, siempre desarrollándose en paralelo a su práctica diaria en el zen. Más allá de adherirse a criterios estilísticos o formales, todos estos poemas buscan ser espejos honestos de una misma realidad, así como desnudas campanas de llamada al recogimiento. Es sin duda un libro único en su género, enmarcado entre lo místico y lo filosófico, con distintos grados de profundidad que seguro harán vibrar al lector atento.