Yo no soy periodista, profesor ni abogado, ni siquiera aprendiz de escritor, pero he guardado pavos y cabras en mi niñez, también ayudaba a mis padres en lo que podía en los quehaceres de labranza, porque mis padres eran labradores. En verano, yo era el que servía el agua en el «botijo» cuando se estaba trillando las mieses en la era. En mi adolescencia, trabajé en una cantera de arena con pico y pala, en los macizos de arena casi pétrea, en el ejército (Dsito de Recría y Doma de Écija). Arranqué garbanzos, desde las cinco hasta las ocho de la mañana y, después, continuábamos con las demás labores agrícolas. Allí guardé cerdos, porque aquel lugar era un cortijo; por las noches preparaba a los Cabos 2.º para su ascenso a sargentos, también estuve en las oficinas del destacamento. Después, en mi vida civil, me hice ayudante de chófer de camión, empresario del transporte y piloto privado. En la actualidad, escribo poesía, y esta pequeña y sencilla novela. Si con todo esto no he conseguido aburrirte, lo conseguiré si me lees. ¡O… a lo mejor no! ¿Quién sabe?