Tienes ante ti el resumen de un viaje, un trayecto íntimo y personal en el que el esfuerzo por encontrar el equilibrio entre contradicciones es grande y los vaivenes del ánimo constantes.
Este camino no dibujado es interior, producto de una mente incansable que busca el sentido a cada gesto, a cada respiración, mientras pasea de puntillas entre monstruos dormidos que si despiertan pueden tomar la forma de tristezas, miedos y paranoias.
Como todos los viajes con destino incierto, cada etapa suma curiosidad y experiencia. Entre el primer paso, vacilante e inocente, lleno de ilusión, hasta la confianza adquirida, encontramos inesperadas caídas y obstáculos superados, pero también tranquilos paseos, porque el camino es empinado a veces, suave pendiente otras, con tramos desconocidos y otros más trillados, abriéndose paso sobre un pedregoso paisaje o serpenteando entre frondosa vegetación, bajo el sol cegador o la lluvia inclemente, con frío o con el viento a favor; siempre hacia delante, no hay otra forma.
«Escribo para entenderme, para ahuyentar mis sombras y compartir mis luces. Soy el ejemplo de que la tristeza y el optimismo pueden ser amantes.
Te ofrezco las palabras que me han acompañado en el camino: miedo, rabia, dolor, soledad, mentira o traición, pero también libertad, superación, dicha plena, experiencia y amor. Poema a poema, paso tras paso, he recorrido el camino que me ha hecho ser quien soy».