Mi acento gallego susurra que soy tan del norte como lo es la morriña, la expresión maloserá y el olor a mar. Mi acento viajero murmura que mi curiosidad es tan insaciable que puede hacerme romper con mi zona de confort cada veinticuatro segundos. He sido nominada en diversas ocasiones a los Óscar, debutando en la categoría de películas fantásticas y dramas mentales varios. A veces me creo Shakespeare y juego a viajar entre el pasado y el futuro, subiéndome a las nubes y ocultándome tras algún que otro miedo. Otras, en cambio, lucho porque mi cotidianeidad favorita sea el transformarme en alguien complejamente sencilla, sencillamente liviana. Lucho por convertirme en junco que baila al aire y se deconstruye de creencias disfuncionales aprendidas a lo largo de veintiocho primaveras .Reconozco que me equivoco más que hablo y que siento más que existo. Juego a ensayo y error cada minuto de mi vida y estoy aprendiendo a hacer del error algo creativo. Hubo un tiempo en el que me dormí y, cuando me desperté, decidí que iba a vivir en gerundio: siendo y estando.