Se denominó Curunda al conjunto de aldeas y familias que se asentaban en torno a un caudillo. Fue capital de la república del pueblo Zoelae. La urbe albergaba miles de personas afines al régimen; la mayor población se concentraba en la Margalida y Cuesta Trasbarrios, lugares del actual Rionegro del Puente (Zamora), en España.
Los guerreros zoelas defendieron durante décadas sus fronteras de las incursiones de pequeñas tribus itinerantes, que precedieron la llegada de los castreños, que se establecían en las cimas de los montes, en lugares prósperos para la agricultura y la ganadería dentro del territorio zoelae, levantando muros de piedra para proteger a sus gobernantes. Les sucedieron las legiones romanas asentadas en campamentos en las fértiles planicies de los valles de Castrucarbón y Vidríales.
Guerreros zoelas, legiones romanas y castreños, durante décadas se enfrentan en continuas y crueles batallas por el territorio. Ejércitos tan distintos se unen para el combate contra un tercero y más tarde lucharán entre sí por el reparto de los bienes conseguidos.
Los asedios de guerreros zoelas y legiones romanas a los castros amurallados pasaron a ser mudos vestigios del pasado. Tras la caída del Imperio romano siguió un periodo de varios siglos durante el que los zoelas renovaron pactos de respeto y no agresión entre las familias de los descendientes de las villas romanas y castros amurallados. Con nombres en latín y al amparo de las leyes del invasor, juntos se dirigen al encuentro con la larga, oscura y tenebrosa edad media.