Ulises, sin saber cómo, llega a un lugar donde la imaginación reina; que podemos calificar, sin ninguna duda ni temor de errar en nuestro juicio, como un prodigio de fantasía. Allí no tienen divisa alguna, su única moneda de cambio son los relatos o poemas que sus habitantes son capaces de inventar; además cada uno de ellos tiene la facultad de conocer a quien pertenece, y solo pueden transmitirse de forma voluntaria. No existe la enfermedad; y únicamente cuando se quedan sin historias, sin dolor, la muerte sobreviene en aquel mágico lugar.
Nuestro protagonista lucha desesperadamente por volver a su mundo, con la certeza de que la única patria posible para él es el cuerpo de su mujer y los juegos de sus hijos, anhela el retorno a su particular universo del unicornio.