Entender la situación actual del pueblo gitano pasa por el análisis de las revoluciones liberales y las reacciones conservadoras de los siglos XIX y XX. Unos acontecimientos que afrontó desde una posición de desventaja social y económica, que le apartaron de los grandes cambios sociales y económicos que se experimentaron en esa época. Ante la polarización política y social que se generó, la comunidad gitana, carente casi en su totalidad de una conciencia política y social ante unos conflictos que consideraba, les eran ajenos, dio respuestas muy heterogéneas. Así, frente a una posición pasiva para pasar desapercibidos, hubo casos de compromiso activo, sobre todo a título individual. Tras la Guerra Civil de 1936, la opresión y el control social sistemático que imprimió el nuevo régimen acabó diluyendo la identidad gitana en su propósito de erradicar todo vestigio ideológico contrario al «espíritu nacional», naturalizando la invisibilidad gitana y manteniendo una estigmatización que justificaba, a su vez, una represión que impidió al gitano abandonar su condición marginal.