Gonzalo Viana, joven gaditano identificado y significado con la causa liberal durante el Trienio Liberal (1820-1823), se ve obligado al exilio huyendo de las represalias de las nuevas autoridades aupadas al poder por los Cien Mil Hijos de San Luís y por la deriva absolutista de Fernando VII.
Refugiado en Gibraltar, en espera de su salida hacia la América hispana, realiza diversos trabajos para la Casa de Comercio en la que se emplea, entre otros un viaje a la región de Berbería en el norte de África.
Viajero en un barco de mercancías, emprende en 1824 su marcha a la zona del Río de la Plata, desembarcando en Montevideo.
Joven ilustrado con conocimientos de botánica, agronomía y explotaciones ganaderas, y con algunos contactos familiares, se emplea como administrador de estancia en la zona del Río Yí en la Banda Oriental (actual Uruguay).
Desarrolla, entre mil dificultades y movido por su pasión por las cosas del campo, una labor extensa que va desde el manejo del ganado vacuno hasta la cría caballar. Sufre durante ese tiempo un proceso de identificación con las tierras y con los hombres que le acogen, es decir un proceso de acriollamiento que le lleva a simpatizar con los patriotas locales incorporándose a las fuerzas libertadoras contra el poder brasileño impuesto en aquella provincia.
Participa en batallas como la de Sarandí y es posteriormente herido de gravedad en una escaramuza contra unos desertores del ejército brasileño.
Mermado en sus facultades físicas y requerido por su padre regresa a España en 1826.
Años más tarde, viviendo ya en Medina Sidonia, recuerda aquellos acontecimientos que tanto le maduraron como persona, y que le hacen ver la vida de manera solidaria y ajena a las pretensiones sociales de la sociedad española de aquellos tiempos. En resumen, un viaje interior hacia las zonas mas nobles de la condición humana.