Con el advenimiento de un tiempo nuevo, en el que la vida cobra fuerza y sentido en un mundo antes dejado y desértico, surge un pueblo que quiere avanzar. Comprometido con la tierra hace de sus tormos planicies fértiles y con ello todo se transforma. Cambian los colores de la geografía cercana y el campo se llena de voces. La vida bulle perdiendo su quietud. Y en ese devenir las gentes y sus destinos se van entrelazando.
En tanto, sobre ese escenario reciente, Pedro Pascual (empero siempre Pedrito) va creciendo, miedoso e inseguro, cercado por las sombras omnipresentes de las mujeres que lo rodean, al tiempo que va naciendo en él un sentimiento antagónico que le lleva a luchar consigo mismo. La presencia femenina marca el ritmo de la historia abriéndole las puertas a la muerte, mientras se teje un final ineluctable. Elementos mágicos velan la realidad y dan al relato una sensación de fatalismo abstracto.