Poeta, tú que ensamblas las palabras utilizando los jirones de tu piel, de tu alma descarnada, sé que no es fácil para ti escribir poesía. Lejos o cerca de buscar la simetría, que otros buscan en la rima de tus versos, o en las sangrías de tu prosa; tú buscas esos nudos de piel y alma que anudan con lazos invisibles tus palabras cómplices de tu caos interior, de tu delirio, de tu alegría; versus la armonía que puede dar la consonancia o asonancia que emula la belleza. Decidiste volar con versos libres, desnudando el alma, y ahí es donde está la belleza que encumbra la poesía, la que la lleva a su más alto grado, a su esencia. La poesía, lejos de emular la belleza, es bella cuando al desnudar el alma se desnuda el ego, cuando se convierte en «es lo que siento o sentí»