Quienes hayan leído mi libro, Para una antología del post, ya me conocen.
Quienes no lo hicieron, podrían aprovechar la mención al mismo para leerlo. En todo caso, no me extenderé sobre mí mismo porque, como atinadamente señalaba Hume, “es difícil hablar sobre uno mismo sin envanecerse”.
El libro pretende ser un esperpento valleinclanesco sobre la realidad nacional, para decirlo tópicamente. En realidad, esta pretensión es desmesurada: la realidad nacional es superior a cualquier forma de esperpento, sea éste El Callejón del Gato o el gato en su callejón.
La alusión a Valle es clara; la de Quevedo, a pesar del motto, es más elusiva. Pero los anteojos del gran sarcástico, cruel e inmisericorde con las miserias humanas, planean o, al menos, esa es mi intención, sobre estas páginas como un periscopio que refleja cuanto ocurre en la superficie y, con suerte, en la profundidad.