Hacer de la vocación una profesión es dar un paso a la perfección. No todos lo logramos, hay quienes nos quedamos en el intento. Para hacer realidad un sueño hace falta coraje, sacrificio, perseverancia y fuerza de voluntad. Todos nacemos ignorando las cosas, pero si nos lo proponemos las dejamos de ignorar y empezamos a buscar la excelencia.
José Antequera luchó por ser grande y empezó desde lo más pequeño. Recogía en la radio los guiones de las noticias leídas por los locutores de los informativos y los repasaba en casa. Lo hacía porque estaba convencido de que algún día sería un locutor profesional.
Desde su adolescencia lo dejó todo (sus amigos, sus juegos) por su vocación. Lo hizo por amor a lo que él quería ser. Pero triunfar en tu propia tierra es a veces muy difícil. Él lo intentó, aunque en aquel tiempo no tenía posibilidades y entonces optó por buscarse la vida en el extranjero. Pero un inmigrante sin papeles en otro país no es nadie, debe medir muy bien sus pasos, sus palabras y hasta sus movimientos, porque un paso mal dado le puede costar hasta la deportación.
Él no permitió dejarse vencer por nada, se preparó para ser competente y luchó por conseguirlo.