Los antecedentes del presente volumen son los manuscritos que se fueron acumulando fortuitamente como testimonio de acontecimientos y/o desahogo de temores, angustias, ansiedades y también como recuento de anhelos, ilusiones y decisiones tomadas en el campo mismo de los hechos. Nada de lo que se leerá es inventado. Y sin embargo la sensibilidad y vocación poético-literaria del personaje que fue trazando esas páginas han dado como resultado un mosaico de piezas literarias que, salvo porque la mayoría de ellas se refieren a momentos difíciles en la vida de cualquier ser humano, podría decirse que son hermosas. Aunque impliquen y reflejen circunstancias terribles y turbulentas para una nación en general y para miles de personas en particular, el autor ha logrado filtrar y decantar esas turbulentas y traumáticas experiencias con la sensibilidad que caracteriza a un poeta de nacimiento pero sobre todo a un escritor responsable con el uso de la palabra y respetuoso del tiempo y buena voluntad del lector.
Vladimir Monge, autor del libro que nos ocupa, es un personaje de su misma obra porque es el poeta que atestigua, que canta, que participa y nos participa, es quien narra haciendo uso de giros floridos de imágenes que son la nota constante que impera en el conjunto de la obra y fácil será para el atento lector notar las metáforas, la poesía encarnada en su prosa. La obra en comento es multifacética en su temática y, no obstante, en toda ella se podrá advertir un profundo compromiso social y un alto nivel político. No perdamos de vista que la obra de Vladimir Monge está inspirada en momentos históricos críticos de maduración de un país y de varias generaciones. Y con madurez se debe leer este libro porque así ha sido ahora concebido por su autor. Es un legado honesto y desinteresado a la memoria colectiva y así debe asimilarse.