Una de las cosas que más me ayudaron a llevar la enfermedad de mi padre fue el escuchar testimonios de otras personas. De esta forma, el Alzheimer se relativiza y se puede trabajar mejor, sin quitarle la importancia que tiene. Fue muy bueno para mí oír a cuidadores, psicólogos, técnicos, y apoyarme en sus vivencias.
Siempre es positivo escuchar. Por tal motivo, he recogido en este diario mi experiencia personal con mi padre, para dejar constancia de lo vivido y así ayudar a aceptar la enfermedad de ese familiar, amigo o compañero, que tenemos cerca. No solo es importante para el cuidador principal saber trabajar con el enfermo, todos nos encontramos con personas afectadas y debemos saber tratarlo.
El Alzheimer es una enfermedad muy dura en la que se viven momentos de todo tipo: para reír, para llorar, para recordar, para olvidar…, y en este camino la pequeña ayuda que podamos ofrecer siempre es buena. Yo os ofrezco la historia de mi padre.