«¡Felicitaciones, van a ser papás!». A partir de una noticia como esta no eres capaz de imaginarte lo mucho que puede cambiar tu vida. Ese fue mi caso, desde el impacto de lo inesperado hasta el momento en el que tuve a mi hija entre mis brazos y todo lo que vendría después. El desencanto, la desilusión, la tristeza, pero también muchas alegrías, las buenas y maravillosas experiencias vividas a lo largo de veinte años me demostraron que existen mil maneras de crecer y evolucionar como ser humano. Para mí lo fue con la maternidad, un proceso biológico natural pero muy individual.
Hay acontecimientos que pueden marcar un antes y un después, sobre todo cuando están llenos de sorpresas que no esperas. Un divorcio, la pérdida de un ser querido, separaciones familiares debido a la emigración, las complejas preguntas y las difíciles respuestas. Esa ha sido la historia de mi hija Mabriah y mía como protagonistas de esta aventura que un día decidí emprender. Con la llegada de mi hija, se abrió ante mí un mundo a lo desconocido acompañado de todo tipo de desafíos personales. Aprendí que cada día vivido es una lección aprendida. Mabriah ha sido el resultado de una elección, de una decisión que un día tomé, la mejor sin duda, la que me dio la posibilidad de transformarme en lo que hoy soy. Con mucho gusto, os comparto esta aventura, que nació, creció y sigue porque el amor todo lo puede.