Biemparada. El valle del Ambroz en el siglo de las luces. Hace años, caminaba el autor por las proximidades de Abadía, un pueblecito del norte de Extremadura, y, de pronto, para su grata sorpresa, se encontró frente a un edificio en ruinas situado en medio de una llanura ornada de encinares, escobones, jaras y tomillos, situada junto al río Ambroz.
Adosado a él, había un cercado o enorme huerta rodeada de altas tapias, casi murallas, que ocultaban su interior, dando al conjunto un aire misterioso.
Volvió repetidas veces al lugar, enganchado a su misterio, a su abandono y, en especial, a una sonora y extraña palabra: Biemparada. Se imaginó, más tarde, hechos arcanos ocurridos entre aquellas vetustas ruinas, que encendieron su imaginación desbocada, sin pausa, ni control. De esta manera, poco a poco, se fue creando esta novela. El lector podrá leerla a continuación, si tiene curiosidad y concede al escritor el beneficio de aguantar su prosa.