La poesía de José Juan González gira en torno al amor y la convivencia, y nace de estímulos cotidianos: una palabra, la lluvia o un abrazo permiten al autor encontrar en su interior el camino que lo lleva al poema, y es esta mirada poética sobre cosas pequeñas, en las que no reparamos, la que las dota de luz.
La familiaridad de la pareja, el cuerpo indeleble del amante, la vida del otro, que uno termina por habitar, son los fenómenos silenciosos, casi subrepticios, que nutren este poemario, cuya grandeza reside en hacernos tomar conciencia del paso del tiempo. González ha vivido durante años rodeado de los poemas que escribía en el aire, hasta que ha surgido en él la necesidad de convertirlos en algo sólido, algo que le permita asirse a ellos y a los caminos interiores que lo han llevado a escribirlos. El lector tiene en sus manos el resultado de ese esfuerzo.