COVID 19: la Gran Conspiración. En diciembre de 2019, la humanidad asistió al inicio de una pandemia. Un nuevo virus se propagaba por la ciudad de Wuhan. Los telespectadores pasamos el fin de año conmocionados al ver por televisión cómo la policía china secuestraba de sus hogares a ciudadanos que decían que estaban enfermos por el nuevo virus —aunque no manifestasen síntomas— y los encerraban en las que se pasaron a llamar «arcas de Noé», hasta que sanasen, para que no contagiaran a los demás.
Muchos creímos que eso solo podría pasar en una dictadura comunista como China, pero, meses después, cuando la pandemia llegó a Europa y afectó al resto del mundo, los ciudadanos asistimos, impotentes, a un drástico recorte de derechos y libertades. Al igual que el carnet por puntos que perdían por mala conducta los ciudadanos chinos, algunos países de Europa empezaron a implantar el pasaporte COVID o green pass, queriendo obligar a su población a ser inyectados con algo experimental que podía generar graves efectos secundarios e incluso la muerte. Se dijo que uno de un millón de los vacunados moriría, pero las cifras, falsas como todas las que se dieron a lo largo de la mal llamada pandemia, llegarían a ser más elevadas.
Pronto descubrieron que el virus, que había escapado de un laboratorio de máxima seguridad, no era más mortal que una simple gripe estacional, pero las farmacéuticas, que ya lo habían intentado sin éxito con la gripe aviar o la de cada invierno, lo ocultaron para vender vacunas, engañando a la ciudadanía a la que contaron que habían descubierto un remedio para la nueva y «peligrosa enfermedad» (que solo mataba a un 0,9 % de los que se pudiesen infectar), convenciendo a los políticos de que siguieran el cuento para tener más cota de poder y un fácil dominio de la población.
Las personas, atemorizadas con una campaña de desinformación y censura, acudieron a vacunarse creyendo que les devolverían su libertad, nunca sospecharon que los engañaban, que les ocultaron datos de la gripe estacional para que no les diese por comparar y siguiesen asustados. Nunca dijeron que los coronavirus siempre habían estado entre nosotros. Y es que mismamente el causante del típico resfriado común, que cada invierno sufrían millones de personas, era un virus de esta familia: los coronavirus.