Marcado con el signo del pez es el fruto de tres años de lectura entusiasta de la obra lírica que se desarrolló en Al-Ándalus durante los siglos XI y XII. La belleza de esta poesía se alimenta de la fusión de distintas tradiciones que convergen en esta tierra en el declive del califato de los Omeyas. Todos los temas humanos fluyen con naturalidad en estos versos: naturaleza, agua, belleza, fuentes, arroyos, árboles, bosques, ríos, jardines, el vino, el hombre y la mujer, y naturalmente el amor.
El amor como conquista, superación de pruebas, como celebración y como llanto por su pérdida. Amor y muerte, los dos temas centrales de toda poesía y de esta novela. Marcado con el signo del pez es un homenaje a Al-Ándalus y a su florecimiento lírico. Y también a Granada, Córdoba y, sobre todo, Sevilla, sus paisajes y palacios, fantaseados con toda libertad y, en muchos casos, completamente irreales e imaginados de arriba abajo. Por otro lado, las doce torres que debe visitar el rey Yusuf para conseguir la mano de su amada son un recorrido por las obsesiones, las dudas, las miserias y alegrías humanas desde que el mundo es mundo. Y todo contado con un trasfondo de ironía y burla benevolentes sobre el quehacer humano, sobre las sátiras que los escritos literarios han ido transmitiendo a lo largo de los siglos al burlarse de determinados colectivos y profesiones, y sobre las flaquezas y las gestas heroicas. Incluso el sentimiento amoroso intenso puede suscitar y suscita una sonrisa irónica y distante en los descreídos y vividores cínicos. Los lectores pueden encontrar en la novela el disfrute de una exaltación gozosa del amor o dolerse con lo inalcanzable que termina siendo.