Cómo podría describir al hermano que es para mí Rubén Gama si no fuese usando antónimos. Cuando le conocí ganaba mucho dinero y era pobre y cuando lo vi la última vez apenas tenía para gasolina y un café, pero era rico. Él es así, es de esa extraña gente con la que puedes estar desacuerdo y darle un abrazo. Es de esos pocos que cambian la vida de aquellos con quienes se cruza. Es genial sin mal genio, es brillante sin querer. Rubén es de esas pocas personas raras que no son un ser, él es más bien un sitio que va cambiando de lugar. Él es uno de esos sitios famosos por ser desconocidos. Esos lugares que no son aquellos a los que nunca va nadie porque siempre están llenos. Esos a los que no llegan los que son profundamente superficiales. Gama esta hecho de lugares que hacen creer en el más allá a los ateos y soñar a los insomnes. Esos sitios que sólo puedes mantener en secreto y a otros les cuesta callar. Sitios orgullosamente humildes. Lugares que te dan paz en tus batallas. Esos a los que volver… siempre es un definitivo quizá y de los que te despides con un falso adiós. Esos sitios a los que no sabes cómo llegas pero de los que no quieres irte. Esos sitios que lo son todo aunque sean uno. Esos sitios que adoras y a los que echas de menos hasta cuando estas con ellos, en el mismo momento. Esos momentos que son todo. Ese todo que es Rubén Gama del que siempre me despido sin saber si será esa la última vez que nos crucemos, háganme caso y, si se lo encuentran gástenle unas horas, valdrá la pena y si no, lean su historia, porque vale una vida. Manuel Reyes López-Guevara. Periodista y aventurero.