Si solo Dios puede crear…
Cuando consigues aproximarte, aunque sea mínimamente, a la visión, al principio distorsionada, de lo que realmente eres, todo aquello que has escrito durante tanto tiempo y que, cuando lo lees, no te acuerdas de haberlo hecho, comienza a tomar sentido. Todas las cosas que creías terribles, como la Muerte, comienzan a ser aceptadas como parte de esta «realidad» en la que estamos inmersos. La fina línea que separa el Cielo del Infierno se va haciendo cada vez más pequeña hasta desaparecer. Comienzas a verlo todo en el mismo Lugar. Poco a poco, este «sueño» te va pareciendo cada vez más irreal. Poco a poco, te vas dando cuenta de que lo único cierto es lo Eterno.
De todas las cosas maravillosas que aparecen en este libro, donde Florencia, el Arte o la Poesía han sido instrumentos fundamentales, solo una no fue inspirada por Dios: «Mi estrella azul». Una estrella inspirada por una persona que forma parte de lo Eterno, creada con lágrimas, y que brilla por siempre en nuestro cielo, incluso cuando ya no podamos verla.
el Amor nos hace Dioses