Al terminar la Educación Secundaria, técnica y profesional, por decisiones del destino a los dieciocho años se embarcó en un buque factoría de pesca.
Posteriormente, ya curtido de conocer los avatares de la vida de marinero, y de gozar y de malgastar el dinero, dejó esta forma de vida.
A los veinticuatro años ingresó a las flas del ejército peruano, en el cual fue aceptado después de llevar el riguroso curso para comando e integrar el batallón antisubversivo para combatir la insurgencia del comando terrorista (Sendero Luminoso) en el Alto Huallaga, y en el Departamento de Ayacucho.
Luego de licenciarse con honores y mermado física y psicológicamente por los incidentes propios que conlleva la Guerrilla, posteriormente vuelve a la zona de conflicto y tuvo un tropiezo que lo derivó a un juicio y a estar depositado en una cárcel pública.
Gracias a su perseverancia y sus conocimientos en ortografía, redacción, mecanografía y contactos con el personal de influencia, es nombrado para desempeñarse como secretario Ad Honorem del director del penal.
Aunque parezca inverosímil, fueron sus dos años más tensos y a la vez felices de su vida, pues tenía trabajo, dinero, mujeres y poder, dando sinónimo a la palabra «resiliencia»