José Antonio Díaz Mateos nació en Madrid en 1974. Vive en la capital de España desde los once años. Hasta entonces, su infancia había transcurrido en otros dos lugares: Arganda del Rey, localidad de la madrileña Alcarria de Alcalá, y Trujillo, la histórica población extremeña que fue cuna de conquistadores. Descubrió la poesía con nueve años de la mano de varios profesores que le introdujeron en la lectura de Espronceda, Rubén Darío, Antonio y Manuel Machado, García Lorca, Alberti y León Felipe.
Sus primeros balbuceos poéticos datan precisamente de entonces. Se convirtió también, a tan temprana edad, en voraz lector de los clásicos de nuestra literatura. En sus páginas fue descubriendo el valor de la tradición. Por eso compone preferentemente y de forma casi exclusiva en las formas tradicionales de nuestra métrica, especialmente romances y sonetos. Para José Antonio, el arte, la literatura y, en particular, la poesía, deben reflejar la condición metafísica de la belleza como una de las cuatro propiedades trascendentales del ser, de acuerdo con la conceptuación que sobre la misma formula el pensamiento tomista profesado por nuestro autor. Nada sirve mejor a este fin, según José Antonio, que la tradición, porque en ella, que es dinámica y vital, se custodia y se transmite todo aquello que es inmutable, permanente e imperecedero. Trasladada a otros ámbitos y aspectos, la Tradición —con mayúscula— se erige para José Antonio en una suerte de categoría del pensamiento que moldea, pergeña y configura su entera cosmovisión.