TANAKA es el símbolo de la libertad del pueblo birmano, ahora, tras el enésimo golpe de estado por la Junta Militar del SPDC, todavía más oprimido. Decir que es mi novela más personal no deja de ser un desatino, aunque en su contenido haya algo de verdad. Todo autor refleja parte de su ego en sus propias novelas, y unos se limitan a expresar parte de su personalidad, y otros… intentan camuflar su biografía, aunque su novela consista en la historia de los romanos. TANAKA es la cruel historia de una violación mortal de una niña en un país del sudeste asiático. En realidad, la protagonista es una doctora de Nueva York que, después de ser testigo de esa barbarie, su obsesión es castigar al violador que resulta ser un político norteamericano cliente de su esposo abogado. Desgraciadamente, es notorio que en muchos países del mundo se practica, inpunemente, la prostitución de menores. En los lugares turísticos del sudeste asiático, según mi experiencia, es muy frecuente ver a las niñas cómo reciben maquillajes, colonias o pintalabios de los amables turistas y los usan de manera exagerada y provocativa sin pensar en los degenerados que confunden un «lo deseo» con un «lo poseo». Es un relato desgarrador en el que la protagonista, una mujer liberal, lucha incansablemente hasta doblegar el machismo, el despotismo e, incluso, la pederastia de un pervertido…, aunque sea candidato a gobernador de los Estados Unidos de América.