La vida instante a instante va tejiendo las mangas de un chaleco que jamás se estrena, cualidad necesaria para su perennidad. En esta tercera —y al parecer última entrega—, José Nieto Téllez continúa desgranando un ritual de microtextos que inciensan —o envenenan— el común aire del respirar diario, ajeno a toda opinión generalizada, centrado en su «yo» herido e hiriente, volcado a una cotidianidad pesimista y sarcástica, lejos de cualquier arquetipo, al margen de toda pretensión. En esa intimidad, se aleja de la corrección y los cánones al uso, permitiéndose licencias colindantes con la provocación cínica a través de un humor corrosivo.
Sus «zarandajas» vienen a ser válvulas de escape que alivien la opresión amarga de una época marcada por clichés sociales deleznables, una lucha que considera perdida de antemano, con armas dialécticas que dirige contra sí mismo en una especie de suicidio ideológico por su renuncia dogmática. El mérito esencial de la obra es —partiendo de una idea común e intrascendente— elaborar una pequeña pieza de hondo contenido y forma expresiva original. Los múltiples recursos estilísticos —sobresalen elipsis y paradojas— se utilizan como una invitación al lector a fin de que se rebele contra ideas suspendidas en perturbadoras interpretaciones y adopte una postura de rechazo hacia el autor. En suma, una trilogía densa en su multiplicada dispersión, difícil tras la fácil apariencia formal.