En cierta ocasión, el gran Bob Marley dijo algo que se quedó grabado para siempre en lo más profundo de mi mente: «No sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción que tienes». Sabía lo que decía. El refranero castellano lo dejó claro mucho tiempo antes con aquello de «sacar fuerzas de flaqueza». Y es que es así. No somos conscientes de nuestra capacidad de superación y de resiliencia hasta que la vida nos pone frente a una adversidad. El problema, y esa es la clave, es que muchos, ni siquiera en esos casos, tomamos conciencia de nuestro poder innato para recomponernos, reconstruirnos y renacer como el Ave Fénix. Este es el mensaje principal que de forma transversal recorre esta maravillosa obra del médico colombiano Jorge Camilo García, Aprender a decir adiós, publicada recientemente por la editorial Círculo Rojo, un proyecto reflexivo, profundamente humano y cercano a las propuestas tan populares del género de crecimiento personal.
Por un lado, Aprender a decir adiós tiene mucho de autobiográfico. El autor, desde la siempre catártica primera persona, se abre en canal a sus lectores y, tomando como ejemplo y como punto de partida algunas de sus experiencias vitales, nos invita a reflexionar y nos ofrece ideas y sugerencias sobre muy diversos temas, aunque todos giran en torno a la siempre complicada gestión del duelo, y no solo por la muerte de un ser querido, sino en todas sus manifestaciones: desde la pérdida de una mascota a una separación sentimental, una relación tóxica, un hábito pernicioso, un cambio de residencia o un nuevo trabajo.
No es mi intención desvelar en exceso los numerosos aprendizajes que se pueden encontrar en esta brillante obra. Si quieren saber más, tendrán que hacerse con ella. Les aseguro que no se arrepentirán. Pero sí me gustaría comentar algunos puntos interesantes que, sin duda, les ayudarán a comprender la grandeza de esta propuesta.
Por ejemplo, nuestro autor, Jorge Camilo García, experto en el tratamiento de drogodependencias, expone que la única manera de superar las adicciones pasa por saber gestionar lo que supone despedirse del consumo de tóxicos. Es decir, se trata, nuevamente, de un tipo de duelo. Para ello, es importante trabajar en el fortalecimiento del yo, mejorar la autoestima y asumir una actitud positiva y nada conformista ni victimista. Todas estas ideas, aplicables para casi todo, se resumen en una extraordinaria frase que su padre solía decirle: «No te conformes con las plumas cuando te puedes comer el pollo». Y en algo más que también le decía: el objetivo que todos debemos tener es dejar este mundo mejor que como lo encontramos.
Pero también es importante tomar conciencia de qué es lo verdaderamente importante en nuestras vidas, y eso, sin duda, a la vez que es parte de la solución, es parte del problema. Primero, porque no todos tenemos los mismos objetivos, metas y conceptos sobre qué es la felicidad y cómo conseguirla; segundo, porque, en muchas ocasiones, nuestros peores enemigos somos nosotros mismos.
La ausencia de felicidad, el dolor existencial o la pérdida de un ser querido nos producen, como es lógico, ansiedad y miedo (dos formas de lo mismo), uno de los grandes males de nuestro mundo actual. La evidencia está en que los medicamentos más vendidos son, principalmente, ansiolíticos y antidepresivos. Por eso es tan importante afrontar el esquema que plantea Jorge Camilo García, que, en resumidas cuentas, sería: autoestima, toma de conciencia y desarrollo de la resiliencia. Esas herramientas nos pueden ayudar a vencer muchos de los males que nos afectan, como la dependencia emocional o las relaciones con personas tóxicas.
El propio autor usa su ejemplo vital para exponer hasta qué punto una persona fuerte, formada y con herramientas emocionales y conductuales a su alcance, puede terminar cayendo en el pozo del dolor sin fondo. Sin hacer mucho spoiler, les cuento: a sus 33 años, pese a que se encontraba feliz, y pese que tenía una vida plena, empezó a apagarse y quiso morir. Y no es porque estuviese triste o deprimido —o eso pensaba—, sino, simple y terriblemente, porque ya no quería vivir. Pero, por un curioso giro del destino, llegaron hasta él unos antidepresivos nuevos y decidió probarlos. Además, tomó conciencia de que su angustia existencial tenía relación con una anterior pareja, dañina y manipuladora, que le marcó profundamente la vida. Fue así como empezó a salir del pozo, y como empezó a escribir este libro.
Otro aspecto importante, de los muchos que encontrarán en esta maravilla que es Aprender a decir adiós, es la importancia de asumir que el dolor existencial es inevitable, pero el sufrimiento, en cambio, no. Se puede superar, se puede salir, como sucede con las adicciones —en múltiples ocasiones realiza esta comparación entre la adicción a una sustancia y la dependencia hacia una persona.
En resumidas cuentas, Jorge Camilo García, a la vez que nos enseña su alma —que cada uno entienda esto como quiera—, con este altruista acto de amor y generosidad, y de grandeza literaria, nos enseña a encontrar y a sanar nuestra alma. Esa es la clave, si lo he entendido bien, de este libro. Aprender mediante el sentir ajeno a conocer el sentir propio, lo que verdaderamente somos y sentimos. Aprender que todos tenemos las mismas preguntas y que todos ansiamos las mismas respuestas. Aprender que la vida es un drama, pero que en nuestro drama. Somos drama. Aprender, en definitiva, a decir adiós.
Una obra preciosa, emocional, reflexiva y totalmente recomendable.