En una noche de aguaceros intensos, el conocido abogado Roberto Peris es asesinado cuando salía de un restaurante, de la parte antigua de la ciudad, en compañía de su mujer. El asesino utilizó, de una forma inusual, una daga de pequeñas dimensiones para cometer su crimen.
Una llamada telefónica no identificada puso a la policía en la pista del asesino, que fue arrestado en su casa inmediatamente. El homicida fue juzgado y condenado. Estaba claro quién lo hizo y cómo lo hizo, pero hay dos preguntas sin resolver: por qué lo mató y quién lo ordenó. Una persona que ocultó su identidad está interesada en despejar ambas incógnitas y contrata al detective David Jatiel para que lo investigue.
Dos personajes centran la trama de la novela: David Jatiel, el detective, un hombre procedente del mundo del derecho, experto en taekwondo, neurótico leve y enamoradizo. Y su discípula, Natik, una joven estudiante de criminología que está haciendo las prácticas con él. Este dice de ella: «Guapa, intuitiva, irónica, seductora, enérgica, sorprendente… en fin, elementos suficientes para mantener, al menos por el momento, mis defensas en estado de alerta».
El misterio, la intriga, el amor y las realidades imposibles se van entretejiendo y enmarañando a lo largo de las páginas de esta novela, que intenta seguir los pasos de esta frase de Julio Cortázar: «Una novela no me dará jamás la idea de una esfera; me puede dar la idea de un poliedro, de una enorme estructura».