La mera evocación de una flauta de cristal suscita un imaginario de leyenda. Sin embargo, Claude Laurent, un relojero parisino nacido en 1774, logró lo que parecía imposible. Los conocimientos técnicos que poseía, así como su dominio de los diferentes materiales, le llevaron a idear una flauta de concierto construida con cristal y plata inmune a las alteraciones que experimentan los instrumentos de madera ante las variaciones atmosféricas. Pero Laurent fue más lejos todavía y diseñó una flauta de cualidades técnicas y musicales excepcionales que presentaba, a la vez, una elegancia y belleza que cautivó a músicos, zares y emperadores, Napoleón Bonaparte entre ellos. La flauta de cristal fue la representación de l’esprit du temps de su época, expresión sin par de los ideales románticos que conferían un aire más intangible y evanescente, si cabe, a la más etérea de las artes. Por otro lado, el genial prototipo de Laurent introdujo una nueva sonoridad, así como numerosas innovaciones técnicas, entre las que destaca el sistema de fijación del mecanismo por medio de platinas y pilares, tan crucial para la evolución de los instrumentos de viento-madera, que todavía permanece vigente en nuestros días.