El libro es un tanto especial porque es el resultado de once años de viajes con estudiantes de 2º de Bachillerato del Instituto Joan Boscà de Barcelona, del cual yo fui director y catedrático de Filosofía.
No es, en absoluto, un anecdotario reducido al público que participó du-rante los viajes, sino que pretende ser una guía útil para cualquier viajero que desee conocer Venecia.
Como otras obras sobre Venecia —la de Joseph Brodsky o la de Jan Morris, salvando las distancias—, no es un trabajo neutro, porque entiendo que un libro de viajes, aparte de proporcionar información sobre lo que se va a visitar, ha de ser expresión de una manera de viajar.
El referente es el flâneur, el paseante que no va a ninguna parte, que tiene capacidad de perderse y contemplar la parte más oculta de una ciudad. Traté de transmitirlo a mis estudiantes a través de mis explicaciones muy personales de las obras de arte; y ahora trato de transmitirlo a un potencial lector anónimo.
Viajar y leer, viajar y escribir, dibujar, fotografiar: el viaje es un camino de formación. Un poco en broma me decía a mí mismo: tengo que escribir una guía de Venecia que me permita no ir siempre tan cargado de libros.