Desde el lejano ut pictura poesis horaciano la intuición de la cercanía entre la literatura y la pintura se nos presenta como una constante en la historia de las formas artísticas que se revitalizó de manera poderosa en el contexto de las vanguardias históricas. El llamado boom hispanoamericano, heredero de esas vanguardias, llevó a la narrativa lo que antes la poesía había venido alumbrando con autores como José Juan Tablada o Vicente Huidobro, el diálogo entre letra e imagen. En este contexto, y apoyándonos en un corpus de tres novelas del Nobel peruano Mario Vargas Llosa: Elogio de la madrastra (1988), Los cuadernos de don Rigoberto (1998) y El Paraíso en la otra esquina (2003), examinaremos el diálogo y la confluencia entre el arte pictórico y la práctica literaria.
En Elogio de la madrastra, la trama gira alrededor de seis cuadros que son insertados físicamente en la novela. En Los cuadernos de don Rigoberto, continuación de la anterior, Vargas Llosa rinde homenaje al pintor austriaco Egon Schiele (1890-1918), cuya vida y obra forman parte esencial de la trama. El personaje de Fonchito, doble imaginario de Egon Schiele, encarna esta figura del expresionismo como modelo a seguir para ser un pintor.
En El Paraíso en la otra esquina, el pintor Paul Gauguin busca crear un arte radicalmente nuevo tan soñado con Van Gogh durante su ruda cohabitación en Arles (Francia). Ese arte de pintar y vivir es irrealizable en Occidente y Gauguin debe ir buscándolo, de un sitio a otro, siempre allá más lejos para lograrlo.
La presencia de la obra de arte (real) o mediante descripciones, interpretaciones o écfrasis en nuestras novelas, exige una lectura sabia, activa y participativa. En este acto de lectura, el lector voyeur es un superlector, puesto que aquí la imagen no ilustra el texto, tampoco este la comenta. La complementariedad simultánea de los dos materiales, lo verbal y lo visual, convierte al lector en un personaje edificador del material narrativo y pictórico explotado tanto para el novelista como para los propios personajes.