Pasajeros de la Soledad es una preciosa novela de ficción que narra las singularidades de un recóndito pueblo del primer cuarto del siglo XX, llamado Camelia, ubicado en algún lugar de la inhóspita provincia de la región caribe colombiana, y de la vida alegre y bohemia de un legendario acordeonero, juglar, compositor y mujeriego, llamado Juan Rúa, quien vivía de pueblo en pueblo y de fiesta en fiesta, protagonizando sus propias expediciones parranderas, y llevando sus bellos cantos vallenatos a lo largo y ancho de un vasto recorrido que se prolongaba durante más de un año, retornando cada vez más flaco, ojeroso y envejecido a la casa de su madre, donde pernoctaba durante varios días o semanas hasta recuperarse de los cientos de trasnochos amontonados en su conciencia y así tener nuevamente fuerzas para emprender su tendencioso círculo vicioso de placeres, parrandas y botellas de ron. No cabe ninguna duda de que Juan Rúa es la prueba más elocuente y fehaciente de que ciertos hombres con alas del mundo siempre hacen lo que les da la bendita gana en búsqueda de su propia felicidad, tragedia o soledad. “Algunos dirán que esta novela no es más que una de las tantas leyendas de ensueños que florecen como girasoles en los inmensos territorios de mi imaginación. Pero juro por la memoria de mis abuelos que el legendario Juan Rúa dejó de tocar su acordeón durante la remota madrugada de un ocho de diciembre para cargarme entre sus brazos cuando yo apenas era un niño de cuatro años”.