El accidente de coche con los miembros de su familia como acompañantes fue un antes y un después en la realidad emocional del protagonista.
La muerte de su hijo lo lleva a la locura, pero si agregamos además que la mujer de su vida, con la que ha pasado parte de su existencia en este mundo y que ha compartido momentos buenos y malos, se queda en estado de coma vegetativa e irreversible; llevándola a lo más recóndito de su inconsciencia.
¿Cómo podía comunicarse? Él quería con todas sus fuerzas descargar su culpa, pedir perdón a su hijo, a su mujer y al mundo que le rodeaba. Él era el único culpable del quebranto de dos vidas. ¿Por qué se salvó? Tenía que haber muerto él y no su hijo. Tenía que haber caído él en estado de coma y no su mujer.
A partir de aquí, su historia se complica, y su mente se empeña en comunicarse con ellos…