Aún agitada por el desdibujado sueño con el que últimamente se despierta, Aurora, asomada a la ventana del que un día fue su cuarto, contempla curiosa el remozado aspecto de los patios. El edificio donde vivió desde niña, objeto de una complicada y larga rehabilitación que se extendió durante años, va volviendo poco a poco a la vida, a una vida nueva, sin duda más moderna y fácil, pero inevitablemente más fría. Apenas queda ya alguno de sus antiguos vecinos, pero al menos aún puede imaginarlos subiendo y bajando por la hermosa escalera italiana que asciende firme ante ella. Todavía conserva intacta su estructura.
Tras cerrar la ventana, al girarse, llama su atención un objeto que parece flotar sobre la blanca tarima. Es una pluma violeta. Tal vez la brisa de la mañana la haya empujado hasta allí.
Arranca en el Madrid de 1943 una historia de historias que llega hasta nuestros días. Amor y desamor, realidad y ficción se entrelazan en un apasionante relato donde, como en la vida misma, los personajes han de asumir su propio destino, tan distinto casi siempre al que una vez imaginaron. Quizá algún día, a lo mejor tiempo después, otras generaciones coincidan y puedan retomar antiguas ilusiones. Todo es posible ya que, para bien o para mal, cada etapa de la vida viene acompañada ineludiblemente de una segunda parte.
Segundas partes es una maravillosa novela profundamente emocional y tremendamente humana.