Obra acroamática, El Duen-de los Olivares es de estilo narrativo vario y conciso, poderoso para captar los ánimos, y en todo él subyace un trasfondo autobiográfico-bucólico, histórico, filosófico-espiritual, poético y mítico-hermético, el conjunto sin parangón armonizado.
En cuanto al autor —que algunos identifican ya con su maestro, el gañán Eufrasio—, como siempre pasó desapercibido en el entorno social que le tocó vivir, así desea seguir, y de ahí el velo del seudónimo tras el que se complace, humilde y vigilante.
«Cuando se ponía el sol de marzo por el Alcor de Miraflores, los cantacucos, olivos con más años que aceitunas ya, se morían de nostalgia. Luego llegaban los dueños y creían que se habían muerto de viejos: no sabían que los viejos se mueren de pena y de nostalgia».