Santiago Villanueva (Madrid, 1964)
Por mi condición de escultor, en muchas ocasiones he tenido que enfrentarme a las diversas opiniones que mi obra plástica sugería a críticos, comisarios y espectadores en general. Gracias a mi formación de arquitecto, he disfrutado proyectando los posibles escenarios donde exponerlas para favorecer visual y espacialmente la comprensión de mi trabajo artístico, apoyándome en conceptos como la luz, el sonido y el color.
Ahora presento esta novela con el mismo pudor y entusiasmo con el que me di a conocer en aquellas primeras exposiciones y certámenes, hace más de seis lustros. En esta ocasión, el único recurso del que puedo echar mano, a modo de presentación, es el texto que estáis leyendo.
Durante estos treinta años que llevo inmerso en el peculiar mundo del arte y el coleccionismo, he conocido a personalidades similares a la de Oswaldo Aguirre, el protagonista de la historia. El hedonismo, el alto nivel económico, la apariencia y el deseo compulsivo por poseer, otorgaban a estos devotos aficionados un atractivo indiscutible, y su presencia en galerías y museos eran tan deseadas como las obras que se exponían.
A partir de la figura de Oswaldo y su obsesión por ser el único ser humano en poder contemplar desde su cama el conocido cuadro de Rafael, se construyen las historias con los otros cinco personajes de la novela. La manipulación, el debate moral entre el bien y el mal, el sexo o la amistad son los hilos que emplea el protagonista para tejer con precisión el compromiso de sus cómplices con el plan.
La mirada del Cardenal es una novela que nació meses antes de la pandemia y que creció durante los nostálgicos meses de confinamiento. Durante ese tiempo tuve la suerte de poder compartir con mi padre la lectura de los diversos capítulos. El argumento y el desarrollo de la historia de Oswaldo Aguirre nos permitió a los dos disfrutar de un tiempo maravilloso de redacción y análisis literario que siempre quedará vinculado a la novela. Mi padre falleció, como tantos otros padres, en diciembre del 2020, dos meses antes de poner el punto final al relato del Cardenal. A él se la dedico.
