«¡Buen camino!» es el grito de guerra que va y viene entre los peregrinos del Camino de Santiago muchas veces al día. Que este deseo se haga realidad requiere fortuna e ilusión. La primera es imprescindible para que no surjan lesiones ni aparezca ningún contratiempo que impida su conclusión, y la segunda, para dar sentido a la aventura. Cuantos más estímulos impulsen al caminante, más motivos de satisfacción encontrará a lo largo de la ruta. La religión, la cultura, la historia, la magia, el arte, la gastronomía, el compañerismo, la naturaleza, el deporte…, son algunas de las razones para lanzarse a esta impresionante experiencia. Si el reto se afronta con curiosidad y mente abierta, se puede vivenciar con goce la maravillosa oportunidad de compartir esta hazaña sin par con las incontables personas que, a lo largo de siglos, han sido protagonistas del camino. En esta obra vas a encontrar, amable lector, un poco de todos estos elementos, matizados con la visión personal del autor, que ha ido acompañado fielmente por su hijo durante trece exigentes etapas hasta completar el Camino Primitivo de Santiago. ¡Ultreia et Suseia!